Todo lo que era para mí ganancia, lo juzgo ahora una pérdida por Cristo; más aún, todo lo tengo por pérdida ante el sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien he sacrificado todas las cosas, y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo y encontrarme en él; no con la justicia mía, la que viene de la ley, sino la que se obtiene por la fe en Cristo, la justicia de Dios, que se funda en la fe, a fin de conocerle a él y la virtud de su resurrección y la participación en sus padecimientos, configurándome con su muerte para alcanzar la resurrección de los muertos.
Pablo de Tarso
Carta a los Filipenses 3,7-11
A los Sagrados Corazones de Jesús y de María, honor y gloria.
Del Superior General
Lo que sí podemos hacer ya es comenzar a prepararnos para el acontecimiento de la canonización. Los Gobiernos Generales de Hermanos y de Hermanas han elegido un lema que oriente e inspire este tiempo de preparación:
los amó hasta el extremo
¿Por qué este lema? Os presento, a modo de pinceladas, algunas reflexiones que nos han movido a escogerlo:
- Es una cita del Evangelio (Jn 13,1), cuyo sujeto es Jesús que muestra el colmo de su amor cuando se dispone a entrar en su Pascua. Comienza el relato de la Última Cena. Es el momento del mandamiento nuevo, del lavatorio de pies, de la Eucaristía. Se hace así referencia a lo principal de Damián, aquello sin lo cual no se le puede entender: su fe en Jesucristo, el Señor de su vida, y la configuración de su ser con su Maestro. También Damián, a imagen del Señor, es el sujeto de esta frase.
- Los amó… Se trata de amar. La “santidad” de Damián encuentra su fuente en el amor de Cristo, en el Corazón amante del Señor. Damián bebe en ese Corazón y se hace también cauce de esa agua. Dios muestra su amor a través del amor apasionado de Damián. El amor no pasa. La santidad es amar. Dios es amor.
- Los amó… El Evangelio, al hablar del amor de Jesús, lo refiere a “los suyos que estaban en el mundo”, a los discípulos. En ellos, podemos intuir la insondable profundidad del amor de Cristo a la humanidad entera. Damián no amó en abstracto, sino que mostró su afecto de manera bien concreta, sirviendo con todas sus fuerzas a “los suyos”, a los que estaban en Molokai, a sus hermanos los leprosos, a aquéllos que eran los más abandonados y excluidos.
- Hasta el extremo. El amor lleva a Jesús a darse enteramente, a dejarse comer, a vaciarse de sí mismo, a entregar la vida, a la muerte en Cruz. Dios nos entrega en su Hijo todo, sin reservarse nada. El “extremo” del amor de Damián se puede ver a lo largo de toda su vida: bajo el paño mortuorio de la profesión, en la despedida de su familia y de su tierra, en el ofrecimiento para ir a Molokai, en la aceptación de la enfermedad, en la muerte como hijo de los Sagrados Corazones… Damián “pagó” con su propia persona el “precio” desconcertante de la caridad. La imagen de Damián leproso es un icono de amor, de servicio y de fe hasta el final, hasta el extremo, que marca su vida entera con el sello de la “santidad” que ahora la Iglesia se dispone a proclamar.
Contamos con la riqueza espiritual y la creatividad de todos vosotros para, a la luz de este lema, profundizar mucho más en el significado y el impacto de Damián como don y como interpelación a la Congregación, a la Iglesia, y a la humanidad.
|